jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Cómo convivir entre los insectos?


Las mosquitas en la basura
las arañas 
y sus telas
tejiendo todo a mi alrededor

hay una cucaracha atrapada en una de sus telas
y no puedo aplastarla
pisarla
matarla y escuchar ese ruido idiota
horrible
de una cucaracha aplastada

no puedo quitarle el alimento a las arañas

pero
menos puedo pisar al insecto
porque me da asco

porque me da miedo.

Ahora apareció una abeja
la miro en su último intento
desesperada
quiere salvarse
o la mato yo o la atrapa la tela

Los techos son tan altos
que yo jamás podría trepar 
tan arriba 
como para ahuyentar a la abeja

¿Porqué debería ahuyentarla?

Todo lo que me rodea
lo que me abraza
tiene esa posibilidad

o yo le doy muerte
sentencia fatal
o muere

indefectiblemente
irreductiblemente
todo mi alrededor caerá
o quedará atrapado 
en esas redes que otros insectos tejen para sobrevivir.

No soy yo quien deba combatir ciertos destinos
no soy yo quien deba 
no tengo la fuerza.

La abeja tropieza con un vidrio
un vidrio sucio y viejo
se choca
no puede

ya ha perdido
ya perdió

estamos sujetos a algún mundo sostenido por ocho patas
estamos sujetos a chocar
a tropezar

y perder.

No se convive entre los insectos
se sobrevive.

Hay que desesperarse
y sobrevivir 
entre la basura
entre el polvo que acumulan ciertos rincones del olvido

entre el humo
los techos enormes
las puertas y sus vidrios empañados.

Y si no se sobrevive
no importa

habrá que dejarse comer 
alguna vez
habrá que ser alimento
de otro

aceptar
que las alas también quieren quemarse

que todo está sostenido por los fuegos
que los vientos corren las cenizas

que el mundo sostenido por ocho patas
es otra ilusión

y hay que sobrevivirla.

Pero
una noche

será el soplo de Dios
lo que nos limpie
y nos distraiga

para que sepamos que estamos sobreviviendo
ante la catástrofe
las muertes cercanas
los gestos innobles
el parpadeo de los tristes
el vacío en las calles
las soledades que parecieran muchas y son sólo una.

Aletea la abeja
y mientras aletea
se sabe sobreviviente.

Tal vez ese esfuerzo le valga la redención
tal vez el aleteo la vuelva pura

tal vez el afuera 
se conmueva
una vez
un segundo

ante el aleteo de quienes no podemos más que aletear.

No soy yo quien deba combatir ciertos destinos.

No seré yo

será mi sobrevivencia 
la que luche con mi alrededor.

martes, 26 de noviembre de 2013

El canto de los monstruos


El cuerpo desnudo sobre la cama
las piernas abiertas,
voy a parir algo
me va a salir la criatura

voy a arrojar algo
con todo mi cuerpo.

Una pierna se abre màs que la otra
y quiero golpear al costado
derribar la pared
hundir el cemento,
la cal,

pateo la pared blanca
hasta que desaparezca.

Se cae la guitarra
y tengo ganas de que se caigan los edificios
que choquen los colectivos
que los habitantes entren en caos
y queden desparramados boca arriba con las piernas abiertas

que desaparezca el mundo
y que la bruma sea la respiración de la criatura

que todos los monstruos
salgan desde todos los cuerpos
para que se agote la falsa voz,

con los vidrios estallados
con la ciudad que se muere
cada dia un poco más

cada noche con menos noche.

En el final de los tiempos
hay sólo dos abrazándose
y riendo.

Dos,
con sus monstruos que cuelgan desde sus piernas.
Dos,
que quieren habitar el viento
las hojas
el silencio.

Y habrá un parir
un nacer abundante,
más que humano.
Una monstruosidad no-humana
desde el fondo
desde lo profundo de ese viento.

Que los ojos
y las risas
que todo pareciera renacer
y quizas sea la muerte
con su espada
con sus colores nuevos
con su olor a naranjas

y el blanco sigue tan blanco en la pared
como estuvo siempre.

Què alto que está el techo,
y la altura es sólo la diferencia,
la marca de mi monstruo
el camino que se debe transitar para andar despierto.

Y si me duermo
que sea en el abrazo,
en las piernas giratorias,
entre los ojos que preguntan porque tienen miedo.

Y el camino se viaja.
Y la pared se rompe.
Y la altura se inventa.

Los pasos de los monstruos son ruidosos,
son firmes.

Está la ciudad pensada para que no caigamos
y debemos caer.
Y en la caida,
debemos gritar.
Y con el grito,
volvernos melodía.

Sonido de monstruos.Sonido monstruoso.

Voy a patear
fuerte
para romper el cemento blanco

y el olvido.

Que la curiosidad te vuelva caòtico.
Y que el caos 
te convierta
que te haga maullar de dolor.

El cuerpo desnudo sobre la cama
pide
exige
necesita
el maullido.

No hay nada más claro que los dos cuerpos transpirados
en silencio
abrazandose a lo que no saben,
riendo del momento,
de los edificios que casi caen,
de quienes no se desmoronan.

Abrir las piernas
y parir al monstruo,
darle vida a lo que parecía no ser.
Abrir las piernas 
y dar lo ùnico que merece ser dado:
el sonido de esa belleza.

Dar al monstruo como fuente principal
y tapar la sed
el egoísmo
las tristezas de los que bailan sin moverse.

El árbol entrará por mi balcón
y eso lo sé sólo yo.
El árbol me acariciará desnuda.
Cada hoja me olerá despacio.

Hay que ser valiente y no cerrar las piernas.
Dejar que el árbol envuelva la piel.
Hay que parir al monstruo para que lo destruya todo.

Y ahora, ya sin nada
que las hojas y el viento
se encarguen de susurrar
despacio

el canto de los monstruos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Todos los días que vengan querrán llamarse miedo

Algo así como un destello
un resplandor
un brillo que hizo llorar a todas las Cosas de afuera
a todos los Hombres.
Por un instante
se apagaron los ruidos del día
del amanecer que comenzaba
de ésos que gritaron porque la noche terminó.

Un brillo que deslumbró a las hojas que vemos desde mi balcón
que deslumbró a quienes querían
necesitaban
un domingo como cualquier otro domingo.
Ya no es domingo
ni mañana será lunes
ni el jueves será el día,
sino que todos los días que vengan querrán llamarse miedo.

Y, de este lado,
tu sonrisa
tus manos
el brillo que vos
que nosotros
logramos acá
allá
en este sentido del tiempo en el que pareciera que ciertas cosas mueren
y otras nacen.

Y queda claro que nacen
porque brillan
y se estremecen
y cambian.

Final-Comienzo.

Y me voy lejos
bien lejos
porque el Hombre sólo habla
y necesito alejarme de su ruido.
Porque dice te quiero
y no le creo.
Porque cree y piensa
y entiende y sabe

y yo quiero entender
y saber
pero sin la mentira 
y el rencor de lo dicho
de lo que se dice.

Y en la noche del brillo
yo sé
Él también sabe.
Porque no decimos
porque somos mirada
y llega el tormento

porque no necesito que el Hombre hable
sino que cante
que baile y brille
de deseo.

Y que todos los días que vengan querrán llamarse miedo.

Lejos,
estaré lejos
tratando de callar
de que todo sea como debe ser
solo silencio.
Y que todas las cosas se acomoden en un lugar
en un único momento
que devuelva los brillos a las manos de los Hombres
que hagan de sus manos el instrumento de trabajo
para la tierra.

Porque la tierra necesita a los humildes.

Y yo no creo más en el Hombre que dice.
Si es te quiero
será con las piernas entrelazadas
entregándose en la pelvis
a los dedos y a las uñas.
No será con la voz
porque la voz será del canto
igual que el pájaro.

El Hombre será pájaro

y me voy para que eso suceda.
y que sea así
sin más.

Y que el tono de su voz sea como el ronquido de la muerte: fuerte y preciso.

Es necesario el brillo
pero es necesario que yo vuele por el océano
lejos
y me sumerja en el silencio de las cosas frías
heladas
para que adentro mío callen las voces de los Hombres
que resuenan
y mienten
y dicen te quiero
cuando debiera ser un entrelazarse de piernas.
Para recuperar la Fé en el Hombre.
Para que cante y sea pájaro.
Para que el Hombre pueda brillar

ahora
después
solo brillar

sin nada más que dos cuerpos juntos haciéndolo todo por ese único brillo.