martes, 1 de octubre de 2013

Los cuadros que parecen ventanas


La puerta cruje
se abre
entra el viento
entra el ruido

tirada en la cama
dolida
doliente con las cosas

la cabeza murmura y maúlla 
y no pasa nada

y no me levanto

y el estómago
que arde que habla

que todo habla en ciertas horas
y no me levanto

que si no comí
y si me desmayo
y a quién llamo
a quién le grito

enumerá, enumerá
lo que veas, lo cierto
enumerá:

la cama, estoy -estaba, antes de levantarme
a escribir a escribirlo-
echada sobre la cama
y eso es cierto
hay un velador
hay una mesa
hay un cuadro con fotos que parece una ventana
hay un perchero rojo

y el miedo a que el miedo vuelva

hay que levantarse
tengo que levantarme y escribirlo.

Me levanto

me siento en la mesa
y lo escribo

no pasa nada
o Nada pasa
y tal vez haya que escribir sobre esa Nada

narrar que me levanté a escribirlo
a transformar el miedo en algo que no sea el miedo
en algo que lo saque de mi cabeza
en algo que lo saque de mi cuerpo

en que el viento entra
que la puerta cruje cada vez menos

que pienso en mi madre
y me duele
que pienso en mi padre
y me duele

que el sacrificio es con la carne
y me duele

que ahora tal vez me duelan todos
todos por los que sacrifiqué mi carne

y que me levanté a decirlo
y ahora
cuando lo digo
ahora que puedo decirlo
tampoco pasa Nada

que la cabeza vuela
se mueve tan rápido que todavía no sé como frenarla

pero que
si lo escribo
tal vez si lo digo
pueda capturar ciertas cosas

que las cosas los momentos las personas
son incapturables

que lo que duele, duele
tiene que doler
tiene que asustar
asustarme

pero que tengo que sentarme y decirlo
decírmelo

que todos me dolieron
todos, cada uno me dolió 
y vamos a ver cómo se sana

porque no se sana con la fiesta
ni con el sueño
ni con la complicidad de los amigos

no se sana
pero hay que decirlo

hay que contarlo
contar que me duelen mis padres
no ellos
me duelen, pero no son ellos los que me duelen

me duele que haberlos entendido
me costó quemarme el cuerpo

¿Cuántas jeringas más podría clavarme?
¿Cuántos vasos más podría tomarme?
¿Cuántas camas más podría llenar?

¿Para qué?

El viento no dice nada
o tal vez a mi no me diga nada
pero me obligó a levantarme
a que borre el miedo

a que me siente y lo escriba
y tal vez se transforme
tal vez el dolor se vuelva algo que no sé  todavía qué es

pero hay que levantarse
sin saber cómo
ni porqué

escuchando el viento
escuchando el ruido que viene desde afuera

y que, una vez, ese ruido sea mas fuerte que el ladrido del cerebro
encontrar el ruido adentro
y que comulgue con todos los ruidos

que se vuelva sonido
únicamente sonido
no grito
no aullido

sonido esencial
sonido de todas las Cosas y de todos los Elementos sonando

si eso sucede
si se reconcilian 
todo lo de adentro con todo lo de afuera

tal vez se logre el milagro
tal vez cuando lo escriba
tal vez suenen las campanas

tal vez llegue la redención

pero tengo que levantarme
y escribirlo:

el dolor no se muere no se mata
se transita

no hay otra forma de perdón

y si lo escribo
y mientras lo escribo
y cuando deje de escribirlo,
y sea solo la escritura vencida de una mujer vencida y con miedo a desmayarse
a vomitar
a que le tiemble todo el cuerpo como hace minutos
-antes de escribirlo-
le tembló, me tembló,

de algún modo
diciéndolo
hubo un cortocircuito

si lo escribo
puedo cambiar el estado de las cosas
puedo creer
puedo volver a la Fe
a la fuerza

pero hay que levantarse
con el llamado del viento en la puerta
con el pasado que golpea golpea y cada vez más fuerte

entonces
tal vez
no haya desmayo
ni rehabilitaciones

tal vez el sonido esencial quiera venir y quedarse y sonar

sonar
junto a las puertas
y a los cuadros que parecen ventanas

sonar 
para que los lobos callen sus llantos
de tantas noches solos.

Pero hay que levantarse para peregrinar de la mano del dolor
y escuchar
de una vez
y escuchar 
que Nada pasa
y escuchar 
que mientras pase Nada, 
hay que contarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario